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martes, 15 de marzo de 2011

Que nos vean caminar, por el alambre.


Eran las doce menos veinte, la cena parecía llegar a su fin. Nos dispusimos a levantarnos de la mesa, y a salir de aquel restaurante. Acto seguido decidimos ir al baile de máscaras que se celebraba en el otro extremo de la ciudad. Fuímos andando, la aguja del reloj llegó a las doce y media , estabamos abrazado ella se agarraba a mis hombros y yo a su delicada cintura.Bailamos.Hasta que los cuerpos aguantaron. El tiempo se esfumó, pasaron toda la noche riendo, bailando, hablando con la gente. Pero el reloj ya marcaba las cuatro de la madrugada, hora de volver a casa. Sus caminos se separaron, ella debía de haber vuelto hace horas, y él esperaba a aquel pasat gris que pasara a recogerlo para llegar a casa. Ahí se separaron, una simple noche en un simple baile de carnaval, del 12 de marzo. Donde él decidió dar el segundo paso, y ella el tercero. Aguantaron el tirón.Son insuperables.



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