Seguidores

martes, 19 de abril de 2011

Deseos de cosas imposibles

Cuando era pequeño le gustaba que sus padres lo llevaran de paseo un sábado por la tarde. Le gustaba ir al parque, a jugar con los demás niños. Le volvian loco los columpios, le encantaba  jugar hasta que anocheciera y papá y mamá le pedian que regresaran a casa. Él se ponía muy triste, porque no quería irse de allí. Y se enfadaba. Chillaba. Pataleaba. Pero sabía que cada minuto que pasaba era un minuto menos para que fuera otra vez sábado, y volver al parque… a empezar otra vez de nuevo como cada tarde de sábado. Él era feliz. Se fue haciendo mayor, perdió  esas costumbres, ahora se ha vuelto aburrido. No quiere salir apenas, pero le quedan esos recuerdos tan felices en su memoria… y cada tarde se pone a recordar, y piensa en lo feliz que fue un día y piensa que es una tonteria esas cosas de la edad, y de que no puedes hacer esto porque ya no eres un niño. Lo veo una estupidez, ¿tu también lo crees?
R A Ú L




2 comentarios:

  1. Pues yo también lo creo... porque sólo durante esos instantes... éramos verdaderamente felices.
    Sonreíamos, disfrutábamos con tan poco...
    Yo creo que los niños son los más dichosos, precisamente por ello, y aunque haya muchas cosas que no entiendan... no importa, porque a las tempranas edades, las únicas preocupaciones son las de intercambiar cromos, pensar en cuándo volver al parque como expresas tú... cosas así, que sí, se echan de menos :)
    Un saludo ;)

    ResponderEliminar
  2. me gusta:)
    yo también hecho de menos muchas cosas..jeje

    un beso!

    ResponderEliminar